Que hermosa la ciudad,
borrada por la niebla de las cinco y media,
asaltada sólo a veces por un rumor mecánico.
Leyendo hoy a Borges,
me parece,
que esos doscientos metros de visibilidad,
bastan al espíritu,
para recuperar su verdadero tiempo,
ese perdido en otros años y otros clímax.
lunes, 22 de noviembre de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)