Viaje

Viaje
Desde la Mistela en Betania, queremos viajar con el sol que nos abandona.

sábado, 16 de abril de 2011

En estos días del idioma.

Ante los hikikomori.


Algún poeta, me dijo que las nuevas generaciones no debían conocerme.
Sin pensar en cual generación, o, en si conocerme es posible, aún para mí. No pude evitar remitirme a los años 60, en que comencé a balbucear la palabra escrita en Seminario y pude llegar a llamarme Marco Polo, como figura en el registro civil.

Hoy no lo puedo hacer.

El poder de quien hace la historia se ha impuesto a lo joven que fuimos.
El sitio virtual ubicó allí el nombre de un aventurero navegante, del que aprendí a escribir Tacuinis para mi blog y resúmenes para viajar.

Debí cambiar mi nombre para que la red me aceptara.

La infamia.

Sin nombre de pelea, debí adoptar los dos nombres y los dos apellidos de la cédula.




Por lo demás, siempre entendí que el oficio es una maldición que disfrutamos en solitario, para pensar en  afiliarme al sindicato que tenga el poder de hacerme recordar.

Digo, si debiera admitir la existencia de una presunta literatura generacional o jóven, sería por la creación de un nuevo esperanto, que no sea la deformación bestial de la comunicación en un chat.

Como seguimos con la misma herramienta de la palabra, como materia prima, con o sin recuerdos, diré que unos salieron de la tierra y otros núnca nos fuimos de los libros.
Unos y otros, adoptamos los mismos temas eternos, vistos desde la infancia o el atardecer.

A lo mejor estemos en un compartido funeral propiciado por el ipad 2.

Es posible que estemos presenciando la farsa, del funeral de Gutembert.

A lo mejor se derrochó la palabra en Ulyses, o Beckett procuró callar con cautela. 
Es posible que seamos de escaso talento para la felicidad, como decía Borges, o que García Márquez añore hoy, ser poeta para no haber escrito tanto libro.
De todas formas, estamos hechos de olvido. Que ni 100  libros o una frase en el cielo virtual, lo evitarán.

En lo único, pienso, que no tendremos diversidad generacional, será en la práctica de éste oficio sin iglesia. 
Dentro de la catedral de la soledad sin barreras.

Por eso, recordando a Mejía Vallejo, en una reunión como ésta, aquí en el Huila, para Abril también, hace muchos años, cuando fui Marco Polo, debo recordar otra vez al quijote en aquel famoso otrosí de un propuesto capitulo intermedio, mostrando al escritor que el mundo ahora, es mas pequeño que el recuerdo, para  seguir el mismo ejercicio, pese a Google.

Oficio solitario, clandestino, no colegiado de amiguismo.
Sardónico.

¿Pardiez Sancho, aquestos escribidores son caterva de ideputas?

Marco Polo.
Neiva, 16 de Abril de 2.011.

El texto anterior fue leído en el encuentro de escritores, para el cierre de La Jornada de Poesía y otros asuntos, organizado por la Secretaría de Cultura del Huila.

jueves, 14 de abril de 2011

Multimedia

Hoy,
he podido sopesar,
el valor de la tecnología.
Al escuchar y ver tu rostro,
límpido,
de manzana matutina.

Sostienes en vilo,
los rayos que resbalan del cielo,
en ése email,
donde canta una ilusión sin vos,
muchacha.
Y se escucha sin verte,
Bocelli.